Conociendo la capital de Croacia
Hay ciudades que enamoran, que suscitan grandes pasiones, escenarios en los que el viajero puede vibrar como si fuera protagonista de una novela romántica, uno de estos lugares es Zagreb.
Situada entre la costa adriática y Europa central, contiene nada menos que un millón de habitantes aunque sigue conservando el encanto de las ciudades de la edad media, dado que fue el resultado de la unión de dos ciudades medievales. Conocemos el comienzo de este lugar desde 1094, momento en que se fundó en Kaptol un obispado que fue creciendo hasta hoy.
Zagreb esta reservada para todos aquellos que quieran indagar en sus calles, sus edificios monumentales y en su gastronomia, como no.
Entramos en el corazón de la provincia de Panonia, en la capital de la bella Croacia, quién nos diría que fue devastada en 1242 por los tártaros, hoy en día nos encontramos ante una urbe con influencias vienesas que exhalan magia allá por donde pasamos. Debemos saber que a esta capital se le conocen dos zonas importantes, comenzaremos hablando de la Donji Grad, la ciudad baja, repleta de grandes edificios austrohúngaros, en la que observamos museos tan imponentes como el Hrvatslo Narodno Kazaliste, pero no sin antes pasear o tomar un café en las amplias calles peatonales de Gajeva y Bogovióeva ulica.
La plaza principal se encuentra rodeada de palacios de estilo clásico, modernista y racionalista, pero no solo podemos ver grandiosas construcciónes, tambien podemos adquirir recuerdos en la zona comercial más famosa de Zagreb, la Calle Llica. Otra de las arterias principales es la Calle Tkalciceva, zona de ambiente juvenil, en el que hallamos tiendas de antigüedades, boutiques de lujo etc.
Además si ustedes son amantes de las obras clásicas podrán acudir al Teatro Nacional, de estilo neoclásico. Eso sí, no se pueden marchar de Zabreb sin haberse subido a su pequeño funicular que fue construido en 1891, cuando era uno de los transportes más innovadores del momento, el trayecto solo supone 60 metros pero es el espacio suficiente para trasladarnos a la ciudad baja o Gornji Grad, cambiamos de escenario y aparecemos en un barrio con aire medieval, festivo, jovial, muy atractivo para el turista que sin duda nos cautivará.
Dejando de lado el carácter urbanita de Zagreb descubrimos el Mercado Dolac, que abre sus puertas todos los días hasta las 13h., encontramos puestos de ropa,en el que podremos encontrar corbatas, prenda cuyo origen se encuentra aquí, en Croacia, flores, numerosas viandas que nos sirven para continuar nuestro camino y observar desde aquí la Catedral de Sveti Stjepan, situada en el barrio Kaptol, el estilo neogótico predomina en el edificio que esta rodeado por casas del Siglo XVII.
Otra iglesia importante es la de Sveti Marko, en el barrio de Gradec, con un toque mágico, un tejado espectacular con pequeñas tejas redondas de colores. Monumental tambien es la Puerta de Piedra, entrada de la ciudad en epocas anteriores, a su lado, una capilla con la imagen de la virgen custodia la entrada. Si queremos ver museos visitemos el Museo de Arte Naif y el Atelje Mestrovic en el que hallamos esculturas de grandes artistas croatas.
Hora de tomar un delicioso café con nata en uno de los cafés mas antiguos de Zagreb, nada menos que 150 años atendiendo a sus clientes, se trata del Café Zabica, este lugar tiene la esencia de lo clásico.
Cómo en numerosas ciudades importantes de Europa hay tradiciones que perduran, una de ellas es la de arrojar una moneda a una fuente en busca de fortuna, pues en Zagreb no podia ser menos y en la fuente de Trg Bana Jelacica, Mandusevac podemos tentar al destino.
Otra curiosidad es el restaurante japonés Takenoko que es el único, según dicen sus gentes, de todoa Croacia.
Excursiones
Si lo que deseamos es internarnos en plena naturaleza, podemos hacerlo viajando a traves del tiempo por el Parque del Medvednica, aquí se encuentra la cima del Sljeme con 1,035 metros de altura, un lugar en el que los más intrepidos esquían en los meses de invierno y los más aventureros disfrutan con el treeking en verano. La Ruta comienza en Medvednica y culmina en Varazdin, un castillo barroco con aspecto de cuento de hadas, en el recorrido podremos encontrar pequeños pueblos medievales, castillos y un paisaje digno de admirar. Varazdin fue en su día elegida como capital de Croacia y de ahi proviene su grandiosa arquitectura, asi como su teatro, construido en el siglo XI y una de las salas mas importantes de conciertos del Pais.
En esta escapada no nos podemos olvidar de comer, asi que podemos deleitarnos con el tipico pollo relleno de camarones, y el Kremsnitze, tarta rellena de crema pastelera, típica del pueblo de Samobor. Pero antes de llegar aquí, hacemos un alto en el castillo de Trakoscan, eregido en lo alto de un peñasco digno de la mas preciada postal.
En Samobor nos encotraremos junto a la frontera con Eslovenia, este lugar se llena de gente de Zagreb y turistas los fines de semana, es un lugar donde tomar aire puro y recuperar fuerzas para seguir conociendo Zagreb.
Historia
La ciudad fue poblada hacia el 900 aC por los liburnos, una tribu iliria. Pasó al imperio romano con Iliria, convirtiéndose en municipio en 59 aC y en colonia romana en 48 aC. Fue la capital del distrito de Liburnia en Iliria. El año 381 se convirtió en sede de un obispado.
Bajo el Imperio bizantino llevó el nombre de Diodora, y pagaba un tributo de ciento diez piezas de oro; tras la destrucción de Salona por los barbaros Ávaros y Eslavos en el siglo VII fue la capital de la provincia de Dalmacia iniciando a ser llamada «Zara».
Las ciudades costeras de Dalmacia (entre ellas Zara) fueron refugio -durante las invasiones barbáricas – de los autóctonos Illirios romanizados, que desarrollaron la Lengua Dalmata (una lengua neolatina que se extinguió en el siglo XIX).
Al comienzo del siglo IX o poco antes, los carolingios establecieron el protectorado en la región según se deduce de la existencia de ejemplos arquitectónicos francos. El obispo Donat de Zara visitó a Carlomagno en Dietenhofen. En 812, por el tratado de paz de Aquisgrán, fue reconocida en el Imperio bizantino, que la conservó hasta el reinado de Basilio II el Macedonio.